Cierto es que en esta época del año el escroto debe ser lo más libre posible para evitar agobios innecesarios. Su posición anatómica, que yo ajustaría un poco hacia el norte, no recibe por lo general muchas críticas. Pero claro, hay mucha cosa en muy poco espacio. Y eso suda. Y, bueno, es incómodo y hay momentos en los que te gustaría arrancártelos y lanzarlos al mar. Aunque normalmente la sensación de alivio y la de amputar no están equilibradas, así que nadie lo hace.
La solución de este muchacho es plausible dentro de los límites del decoro: vale, es una exposición molesta para el resto pero es funcional, así que está justificada. La mochila escrotal se debe antes que nada a su época; es un complemento veraniego que difícilmente podríamos concebir en otra estación. Así que es ahora o nunca, gente. Sacad vuestros escrotos al sol.
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