Los niños crecen y algunas madres no asumen bien el hecho de que, con la llegada de la pubertad, los chicos requieran cada vez menos de sus atenciones y salgan al mundo exterior en busca de otros estímulos afectivos (chicas, amigotes y videojuegos, básicamente).
Marieke Voorslu está pasando por esa crisis existencial y ha decidido que no se va a quedar sin un hijo al que achuchar y mimar constantemente: se ha fabricado una réplica a tamaño real, bordada a ganchillo. Un adolescente ideal, con sus ropas modernas, su gorra, sus gadgets y todo lo demás, pero que no se queja por tener a su mamá incordiando constantemente.
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