En cualquier caso, su nombre ha pasado a la posteridad por sus pocas luces, dejando el sambenito a todos aquellos cuyos padres eligieron Abundio para sus hijos.
Zapatero y granadino
Sin embargo, su fealdad no le vino de nacimiento, sino que fue sobrevenida a causa de un trágico episodio. Fue condenado a muerte por un delito pero, mientras se encontraba rezando ante un altar, recibió la noticia de su indulto. Le impactó tanto que, según cuentan, perdió el pelo de la cabeza y las cejas y le aparecieron numeroso tumores en el cráneo y la cara que le deformaron el rostro y le dieron un aspecto poco agradable.
Ante tal transformación, Picio sufrió el rechazo de sus vecinos, por lo que se mudó a Lanjarón, aunque poco duró su estancia en este pueblo, ya que lo expulsaron al negarse a descubrir su cabeza para entrar en misa.
Se instaló en la capital hasta su muerte, con 60 años, día en el que ni siquiera el cura quiso uncir los óleos en la frente del moribundo, utilizando una cañavera.
No sabemos si le hubiera servido de consuelo a Picio, pero al menos su nombre ha sido mencionado por ilustres de las letras como Pedro Antonio de Alarcón, Benito Pérez Galdós, Miguel de Unamuno, los hermanos Quintero o Pío Baroja.
Campesino o militar, pero poco avispado.
Del más feo al más tonto. Los orígenes de la expresión “Ser más tonto que Abundio” son algo más difusos, pero lo que está claro es que este personaje no tuvo que destacar por su cociente intelectual, porque de él se dice que fue a vendimiar y se llevó de casa uvas como postre, que vendió la vaca para comprar leche o que vendió los zapatos para comprarse cordones.Una de las hipótesis, recogida en El gran libro de los insultos, apunta a que Abundio fue un cordobés que vivió en los siglos XVII y XVIII y que quiso regar un cortijo entero con sólo un chorrillo de agua, mientras que otra señala que fue un capitán de fragata de mediados del siglo XIX que se encontró con la Armada de Estados Unidos durante la Guerra de Filipinas y, en lugar de escapar por su inferioridad, decidió batirse en combate, hundiendo la nave en su empeño.
En cualquier caso, su nombre ha pasado a la posteridad por sus pocas luces, dejando el sambenito a todos aquellos cuyos padres eligieron Abundio para sus hijos.
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